En esta trepidante historia una nave samia, cuyo capitán era Coleo, fue desviada por un incesante y poderoso viento de Levante cuando navegaba rumbo a Egipto. Tales fueron la fuerza y constancia del viento que los navegantes fueron conducidos más allá de las Columnas de Hércules, el actual Estrecho de Gibraltar, y, en boca de Herodoto, llegaron a Tartessos (ubicado entre las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz -no es el momento de comentar las diversas hipótesis que existen al respecto) por providencia divina.
El mercado tartesio estaba en aquel tiempo inexplotado todavía, por lo que los marinos samios al volver a su tierra obtuvieron de su cargamento tantas ganancias que la gesta de Coleos pasó a la posteridad. Según Herodoto los samios tomaron seis talentos (150 kilos de plata), la décima parte de sus beneficios, para construir en bronce un vaso a modo de crátera argólica con cabezas de grifos salientes alrededor del borde y la consagraron en el templo de Hera, soportándola tres colosos de bronce arrodillados cuya altura sobrepasada los 3 metros.
Gran hazaña y grandísimo viaje de uno de los héroes poco conocidos de la Antigüedad, ¿no os parece?
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