jueves, 26 de diciembre de 2019

Mercadillos navideños en Alsacia: preparativos

Visitar la Alsacia ha sido durante mucho tiempo (¡muchos años!) uno de nuestros periplos más deseados, especialmente desde que escuchamos por primera vez el nombre en alguna clase de Historia en el instituto o en la facultad, por tratarse de una región que, junto a la Lorena, ha pasado por manos francesas y alemanas una y otra vez a lo largo del tiempo, como si se tratara de una pelota en un partido de tenis. Sin embargo, no solo sentíamos la curiosidad propia del historiador respecto a un lugar conocido por sucesos históricos relevantes, sino que además nos habíamos enamorado de la zona por una foto de un pueblecillo alsaciano, Colmar. Precioso en primavera y verano, pero también famoso y maravilloso por como se vive allí la Navidad.

Pasó el tiempo y viajamos a un lado y a otro, pero seguíamos sin lanzarnos a por la Alsacia, y para Navidad siempre teníamos en mente mercadillos por Europa, como los de Bruselas, Gante y Brujas, que visitamos en 2015. Pero la idea no cuajaba... ¡Hasta ahora!

Para estas navidades nos apetecía un poco de sol de invierno, pero buscando vuelos descartamos pronto esta opción por el precio de los mismos y porque además encontramos chollos para llegar a la tan anhelada Alsacia.

En un principio nos topamos con dos opciones:
1) Volar a Basilea (Suiza) con Easyjet y alquilar un coche para recorrer Alsacia y parte de la Selva Negra hasta Estrasburgo. 50 € cada trayecto aprox.
2) Volar hasta Karlsruhe-Baden Baden (Ryanair) y alquilar un coche para hacer el recorrido a la inversa sin bajar hasta Suiza, centrándonos en Alsacia y Selva Negra. 55€ cada trayecto aprox.

Los precios de los vuelos han sido muy parecidos y han ido fluctuando prácticamente a la vez, si bien nos hemos decidido finalmente por la segunda opción debido al precio y a las condiciones del alquiler de coche.

En varios blogs de viaje recomiendan coger el coche en el lado suizo del aeropuerto de Basilea (compartido con Mulhouse, en Francia, y Friburgo de Brisgovia, en Alemania), puesto que los coches incluyen ruedas de invierno. Sí, pero esa opción la hemos descartado prontísimo por el precio de los coches. Además, estas ruedas están disponibles prácticamente en todas partes, pagando o no por ellas.

Buscando y buscando comprobamos que los rent a car de Karlsruhe-Basden Baden tienen mejor precio que los de Basilea-Mulhouse-Friburgo, incluyendo ruedas de invierno, o al menos para fechas concretas. Teníamos la mirada puesta en un Volkswagen Tiguán de Sixt a muy buen precio, pero el día de recogida del coche comprobamos que estaría cerrada la oficina, así que finalmente nos hemos decantado por un Mazda CX5 de Europcar. ¡Ya os contaremos!

Una vez comprados los vuelos no hemos perdido ni un minuto. Como siempre, un vistazo a Booking y Airbnb y a buscar sitios chulos, aún sin ruta clara...

Para trazar la ruta hemos echado un vistazo a blogs de viajes y a diversas webs sobre la Alsacia y la Selva Negra. Teniendo siete días para visitar la zona y con una zona preferente (Colmar y alrededores) la ruta, tras dos semanas dándole vueltas, y en función de los alojamientos que nos han ido atrayendo, ha quedado así:

-Primer día: llegada, recogida de coche y rumbo a Obernai. De camino al primer alojamiento pasaremos por Barr, Gertwiller y Sélestat. Alojamiento en Kinztheim.
-Segundo día: Castillo de Haut-Koenigsburg, Saint-Hippolyte y Rorschwihr (de paso), Bergheim y Ribeauvillé. Alojamiento en Colmar durante tres noches.
-Tercer-cuarto días: Colmar, Hunawihr, Riquewihr, Kaysersberg, Turckheim y Eguisheim. Si nos da tiempo, Mulhouse y Munster.
-Quinto día: Rumbo a la Selva Negra: Friburgo. Noche allí.
-Sexto día: Triberg, Schilltach y Gegenbach. Noche en Estrasburgo.
-Séptimo día: Estrasburgo. Noche cerca del aeropuerto.
-Octavo día: Vuelta a casa.😢

Con todo listo solo nos queda organizar el qué ver, qué hacer y dónde comer... Esta es la parte más divertida de la organización. ¡Vamos a ello!


jueves, 10 de octubre de 2019

Recorriendo las Highlands escocesas II

La ruta hasta Portree, en la isla de Skye, fue agotadora. El sol se había puesto cuando llegamos, así que nos fuimos directos al  coqueto hotel Marmalade para darnos una merecida ducha antes de salir a cenar algo en un pequeño sitio del centro. Y caímos rendidos. Habíamos recorrido muchos kilómetros en dos días.

El día amaneció algo soleado. El plan era hacer senderismo y recorrer toda la isla, visitando los must. Pues eso hicimos. Pero primero cogimos fuerzas con un buen desayuno escocés: black pudding, huevo frito, champis, salchicha de Speyside (donde hacen el whisky Cardhu), bacon de no sé donde, tomate, muesli y tostadas. Por supuesto, té y café. Carga calórica brutal que quemamos en un par de horas, subiendo al Storr.

 


Después de rebajar un poco el desayuno jugueteando en el jardín del hotel, con maravillosas vistas al Ben Nevis, dimos un paseo por el pueblo. La zona del puerto es muy chula. Colorida y fotogénica. Y allí cerca encontramos un mercado de productos locales, donde compramos un monito de lana del que la peque se enamoró.





Después cogimos el coche y nos dirigimos hacia Old Man of Storr, probablemente uno de los sitios más emblemáticos y espectaculares de la isla.



Una vez en el Storr aparcamos junto a otros muchos coches y nos pusimos en marcha, cuesta arriba. Nuestra peque es una máquina, porque llegó bien alto aunque, tras una hora de caminata lenta por un carril fangoso (¡botas obligatorias!), se plantó y dijo que no podía subir más. Así que niña y mamá se quedaron en un prado descansando mientras que papá continuó hasta "the sanctuary".







Muy cerca del parking del Storr se encontraba otro de los puntos de obligada visita: los acantilados de Kilt Rock (llamados así porque su forma recuerda a una falda escocesa). ¡Impresionantes!


Continuamos nuestra ruta después de un descanso con aquellas espectaculares vistas, dejando a nuestra izquierda las montañas Quiraing. Por el camino no vimos personas. Solo ovejas.



Así bordeamos la isla por el norte hasta llegar a Glendale, para comer en Red Roof Café Gallery, el bar del techo rojo, que vimos recomendado en Tripadvisor y que nos encantó, tanto por lo original del menú, muy muy sano (todo orgánico), como por lo acogedor que es. Y la peque se volvió loca con los juguetes disponibles. Pero nosotros nos quedamos sin cerveza.


Para rebajar el almuerzo teníamos preparada una interesante ruta. Cuando estuvimos a punto de comenzarla vimos a lo lejos, muy muy a lo lejos, el faro de Nest Point, hasta donde pretendíamos llegar. Pero no nos acobardamos. Para eso estábamos allí, donde parecíamos ver el fin del mundo...





Tras una larga caminata llegamos a los confines de la isla de Skye. Merece la pena el pateo, sin duda. Cualquiera diría que la niña quedó agotada de subir y bajar cuestas, pero no fue así. Disfrutó muchísimo. 





Precioso atardecer y triste despedida de Skye. ¿Cómo pudimos pasar aquí solo una noche? ¡Es un sitio para quedarse una semana! Dejamos tantas cosas pendientes... Elgol, al sur de la isla, con el espectacular y sobrenatural paisaje de las Black Cuillin; el paseo en barca hasta Loch Curuisk... Pero bueno, siempre es bueno dejar algo y así tener una buena excusa para volver, ¿no?


Ya de camino hacia nuestro próximo destino pasamos por Dunvengan dispuestos a ver el castillo, pero lo encontramos cerrado. Nadie impidió un saltito a la valla para verlo mejor, aunque de lejos.


Y así nos despedimos de esta maravillosa isla que nos cautivó desde el instante en que la vimos. Pusimos rumbo a Kyle of Lochalsh, donde pasaríamos la noche, impacientes por visitar uno de los castillos más alucinantes de Escocia y llegar, por fin, al Lago Ness.

En busca de Nessy... (en construcción)