La isla de Paros nos encantó y nuestra estancia aquí resultó ser reparadora, pues llevábamos saltando de isla en isla unas dos semanas y procuramos relajarnos durante los 4 días que permanecimos allí sin el trajín del equipaje y los barcos ¡Por fin habíamos descansado de verdad! Ahora, nuestro ferry de Seajets partía desde Paros hacia Mykonos a las 11:25 de la mañana. Tras la traumática experiencia en Amorgos (recuérdese el capítulo del ferry inexistente que debido esta inexistencia nos dejó tirados...) nos hubiera gustado viajar con otra naviera (Hellenic o Blue Star), pero llevábamos los tickets comprados desde España... Bueno, en esta ocasión no hubo percances y llegamos sanos y salvos, si bien poco puntuales para variar.
Era la segunda vez que visitábamos Mykonos. En nuestra primera visita estuvimos tan solo un día, pues era una de las paradas programadas en el itinerario del maravilloso crucero que disfrutamos en el Celebrity Silhouette durante el verano de 2012. En aquella ocasión vimos rápido la capital o Chora pero nos centramos en conocer las playas más espectaculares de la isla en un tour express con un coche alquilado. Sin embargo, ahora íbamos al grano y teníamos bastante más tiempo: nuestros intereses se centraban en conocer más a fondo Mykonos pueblo, un poco de playa y visitar la vecina isla de Delos para conocer esta mítica ciudad antigua (declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1990).
Bajamos del ferry en el puerto nuevo o puerto de Tourlos, a poco más de 3 kilómetros del centro de Mykonos, y teníamos pensado coger un taxi hasta el hotel. Nos colocamos en una curva en la carretera en la que había una señal de parada de taxi y se acumulaban muchos turistas recién desembarcados y sudorosos... la espera se hizo eterna. Los taxis pasaban de largo de un lado a otro y no paraban en el puerto. ¿Qué pasaba? Pensamos que podríamos caminar con las maletas, pero el hotel estaba bastante lejos. Caminando podríamos llegar en una media hora al puerto viejo, en el casco antiguo, pero seguramente este arrojo nos serviría después tendríamos que buscar el hotel arrastrándonos y agotados. Por esto permanecimos esperando hasta que un taxi, respondiendo a nuestras más desesperadas oraciones, nos recogió y nos dejó en el hotel. ¡Bravo!
En esta ocasión elegimos el hotel Anastasios Sevasti por calidad/precio, por ubicación y por tener piscina con vistas sobre la capital y la bahía de Mykonos. ¡Guay! ¡Qué buena pinta! Y muy cerca del centro, a donde se accedía descendiendo una empinada cuesta y cruzando la transitada avenida que "abraza" la ciudad y que en Google Maps se llama Epar. Od. Mikonou. Por aquí pasan coches y quads portando torsos desnudos y cabezas sin casco a velocidades totalmente contraindicadas, por lo que recomendamos especial precaución al cruzarla, especialmente si se hace con niños pequeños como en nuestro caso.
Teníamos toda la tarde por delante y hambre, así que tras dejar las maletas en la habitación nos largamos al centro a picar algo y por casualidad acabamos comiendo un gyros donde almorzamos cuatro años antes con algunos amigos del crucero, en Sakis. Un sitio pequeño, con una decoración peculiarmente extraña y relativamente apartado del bullicio. Os garantizamos buen precio, velocidad y buena calidad, todo rico y muy sabroso.
Luego paseamos por las calles, todas pintadas de blanco, como si de un déjà vu se tratase. Recordábamos todo perfectamente pero también todo nos sorprendía. Así llegamos a la zona de los molinos de viento y Little Venice, donde hicimos muchas fotos entusiasmados por lo pintoresco y romántico del lugar... en verdad parecía que admirábamos su belleza por vez primera.
Callejear por Mykonos y perderse es bastante entretenido, sobre todo si nos paramos en cada escaparate a ver la artesanía que se vende. ¡Maravilloso! Nos resultó muy llamativa la tiendecita de arte sacro que hay muy cerca del puerto viejo, donde el estallido de colores y el poder de las imágenes nos embelesaron buen rato.

Con la tranquilidad de tener en nuestro poder los tickets para visitar Delos al día siguiente se nos ocurría aprovechar la magnífica piscina del hotel y relajarnos un buen rato antes de salir a inspeccionar la Mykonos nocturna, que en la anterior visita nos perdimos debido a que el crucero se marchaba a media tarde.
Tras una relajante tarde en la piscina del hotel nos preparamos para salir a cenar. Elegimos el restaurante italiano D'Angelo por las buenas críticas relacionadas que hallamos en internet, pues es uno de los primeros restaurantes de la lista de Tripadvisor en Mykonos. Menudo homenaje: buena cocina italiana regada con un buen vino Prosecco. Y luego, ¡a pasear para rebajar la cena! Perra vida.
Para llegar al centro desde el hotel o para volver al mismo el camino más directo pasaba por la estación de autobuses de Fabrika. ¿Cómo describir aquel lugar? Imaginad. Cientos de chavales, con o sin camiseta, ebrios, con gafas de sol para -probablemente- ocultar la rojez de unos ojos que no se habían cerrado en días, procedentes de las discotecas de las playas Paradise y Superparadise. Esto nos recordó mucho a ciertos ambientes en Ibiz pero, si hay que elegir, nos quedamos sin duda con esta última y nos quedamos con nuestras razones para no ofender a la bella Mykonos.
Dormimos estupendamente en nuestra confortable habitación del hotel y nos levantamos temprano para recorrer a pie el pueblo hasta llegar al puerto viejo, donde nuestro barco hacia Delos nos esperaba. ¡Excursión a la vista! Paseamos para hacer tiempo hasta que llegara el momento de zarpar y nos fijamos en detalles que se nos habían escapado, sobre todo nos percatamos de que todo estaba renovado, mucho más cuidado que años atrás, probablemente debido al creciente turismo masivo. ¿O acaso las diferencias entre las siguientes fotos de 2012 y 2016 no son prueba de ello?
A modo de curiosidad hay que decir que nuestra hija llevaba el mismo vestido, si bien ya le quedaba un poco más pequeño. Algunos amigos "observadores" y quisquillosos nos han acusado de ser un poco rácanos con la ropa, pues parece que la renovamos poco ¡pero es que ese vestido nos encanta! Y si volvemos a la isla es probable que lo luzca su hermanita... Sería ideal.
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Iglesia en el puerto viejo, 2012 |
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Iglesia en el puerto viejo, 2016 |
En la isla de Delos no hay bares, sin embargo en el barco se puede comprar agua, otras bebidas y cosillas para picar. Es imprescindible llevar gorra si la excursión se realiza en verano, pues en la isla hay poco sitio donde esconderse del sol.
La isla de Delos está deshabitada y frente a esta hay otra isla igualmente deshabitada, llamada Rinia. La separan tan solo 2 kilómetros de Mykonos, por lo que el trayecto se hace rápido. Delos cuenta con uno de los yacimientos arqueológicos más destacados del país, de hecho toda su superficie está prácticamente cubierta de restos. Según la mitología griega esta sagrada isla emergió del mar agarrada por el tridente de Poseidón, pero Zeus la dejó amarrada al fondo para que Leto pudiese dar a luz aquí a Apolo y Artemisa, ocultándolos así de su enfurecida esposa Hera.
Fue, además, uno de los centros espirituales más importantes de la antigua Grecia, especialmente tras la colonización de los jonios (en torno al 1000 a. C.). Es en este momento precisamente cuando comienza el culto a Apolo, dios de la luz y la música. Algo más tarde, en torno al siglo VII a. C., se construyó el primer templo dedicado al dios. Aproximadamente de la misma fecha son algunos restos significativos como los leones de Delos, el Coloso de Apolos, la galería de Naxos o la estatua de Nicandra, ofrenda a la diosa Artemisa. A mediados del siglo VI a. C. los atenienses controlaron la isla y tomaron medidas para purificarla y evitar su profanación, como fueron la prohibición de nacimientos y muertes en su suelo, así como el traslado de las tumbas, personas mayores, enfermas y embarazadas a la vecina isla de Rinia.
Un siglo más tarde Atenas formó la Liga de Delos contra Persia y la isla fue elegida temporalmente como sede del tesoro de la alianza, si bien el control por parte de Atenas no duró demasiado y la isla logró cierta autonomía. Por su posición estratégica y por tratarse de una escala intermedia en las rutas comerciales entre Oriente y Occidente, Delos acogió a mercaderes extranjeros procedentes de todo el Mediterráneo. Esta presencia contribuyó a que la isla se llenase de edificios públicos, viviendas lujosas, tesoros votivos...
Ya en el siglo II a. C. los romanos controlaron la isla y la declararon puerto franco. Desde entonces comenzó a decaer y durante las guerras mitridáticas fue devastada y quedó desierta, cayendo paulatinamente en el olvido. El tiempo hizo lo que pudo para difuminar la importancia de éste, uno de los centros neurálgicos de la Antigüedad, pero sus grandiosos vestigios materiales perviven para perpetuar la memoria.
Tanta piedra y caminata bajo un sol infernal os dejó exhaustos. ¿Qué mejor que una piscina? Era, sin duda, el mejor plan para pasar la tarde y recuperarnos antes de salir a pasear una vez más por el pueblito.
En esta ocasión elegimos para cenar un sitio en el puerto viejo (¡otra vez allí!), Captain's Food, lugar también muy recomendado en foros y páginas de internet. Pedimos un plato de carnaza variada para compartir y los tres quedamos satisfechos. Todo muy rico, pero el local estaba repleto de guiris, como éramos nosotros... A ver, lo normal en verano, como en la Costa del Sol, por ejemplo. Y eso es lo malo de la isla. El turismo masivo aquí es espantoso. Por eso no recomendamos la isla a quien busque relax y desconexión. Para esto, mejor Amorgos o Folegandros, por supuesto.
A la mañana siguiente desayunamos, hicimos las maletas y dejamos el hotel, aunque nos guardaron las maletas hasta la hora de salida de nuestro vuelo (¡a las 10 de la noche!).

Por la tarde volvimos al hotel a recoger las maletas, pedimos un taxi y llegamos con mucho tiempo a un aeropuerto que resultó ser bastante caótico. Se trataba de una sala super pequeña en la que nos agolpamos cientos de personas con destinos diferentes y en la que no encontramos mostradores de Vueling por ninguna parte. Por suerte logramos sentarnos y desde nuestros asientos observamos durante horas a la gente ir y venir, hacer colas y hasta correr desesperada debido a la última llamada de un vuelo que nadie sabía bien dónde tomar. Por fin, en torno a las 9, se abrió un mostrador para Vueling (lo supimos por un cartel enorme) y pronto se formó una cola... ¡bien! ¡nos vamos! Estábamos agotados y queríamos comer algo en el avión y echar una cabezadita.
El avión despegó puntual y a las 00:15 llegamos a Barcelona. ¡Oh, casi se acabó el viaje! Solo nos quedaba llegar al hotel y, a la mañana siguiente, trasladarnos a la estación de trenes de Sants para tomar un AVE hasta Sevilla. Pero las aventuras no habían acabado aún...
Elegimos el peor taxista. Horror total. Al subir al mismo le dimos el nombre del hotel, que supuestamente estaba cerca del aeropuerto: Sidorme Viladecans. Al taxista le sonaba a chino. le dimos la calle, la zona... Incluso le dijimos que estaba que junto al Centro Comercial Vilamarina. Nada. En su GPS no aparecía nada al respecto y él no hacía más que repetir que se trataría de algo nuevo, de reciente construcción, incluso la calle... Uff. Me guardé los comentarios, pero lo hubiera puesta fino. Calladita, saqué mi móvil y conecté el GPS, que marcó rápidamente la ruta a seguir. 20 minutos de taxi. 30 pavos. Taxista inútil. Debimos coger la matrícula para ponerlo verde. ¡Qué cabreo! ¡Qué sensación de haber sido estafados! Por los menos podría habernos cobrado menos, ya que llegamos al destino bien tarde y usando un GPS nuestro. Además, cuando nos dejó en el hotel nos dijo que allí no había ninguna estación de cercanías, que podríamos haber cogido un hotel en Barcelona. ¿Y el precio? Se creía este tipo que no llevábamos todo bien mirado desde casa. Grrr! Por cierto, la estación de Viladecans estaba allí mismo, a 2 minutos andando y a unos 20 de Sants. Nos venía genial.
En fin, que hemos aprendido la lección. La próxima vez antes de subirnos al taxi le daremos la dirección para ver si sabe de que hablamos... Así nos libraremos de inútiles al volante.
Ante tal panorama hicimos un check-in bien rapidito, nos dimos una reconfortante ducha en la habitación y caímos fritos. Eran más de la 1 de la noche y nos esperaba un tren de cercanías y un AVE a primera hora de la mañana.
Prácticamente en un rato estábamos dejando el hotel y subiéndonos al tren de cercanías. Una vez en Sants, nos dimos un homenaje para desayunar y nos subimos al tren. ¡Rumbo al sur!
Tras 5 horas de relax y paisajes (¡nos encanta viajar en tren!) llegamos al fin del trayecto y, por fin, a casa. Así finalizó nuestro largo periplo por las Cícladas. Para repetir, sin duda, si bien cambiando algunas islas... Por ejemplo, nos gustaría visitar de nuevo Amorgos, Folegandros, Naxos y Paros. De Mykonos hemos acabado bien cansados. La primera vez que fuimos visitamos las mejores playas de la isla (Panormos, Elia, Super Paradise...). En esta ocasión no teníamos ganas de alquilar coche, sino de relajarnos en el pueblo y conocerlo más a fondo. Santorini es diferente: hemos estado en dos ocasiones y hemos recorrido bien la isla de una punta a otra, pero es un lugar que, pese al turismo masivo en verano, merece bien la pena ser re-visitado. De hecho, no creo que tardemos demasiado...
¡Hasta pronto!
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